En una esquina del café sonoro de murmullos confusos
un anciano sentado se inclina sobre la mesa,
leyendo un periódico, sin compañía.
Y en el ocaso de su miserable senectud
piensa cuán poco gozó en los años
cuando tuvo la fuerza y el verbo y la belleza.
Sabe que está muy viejo, y lo siente, y lo ve.
Y, sin embargo, le parece que la juventud
fue ayer. ¡Corto intervalo, corto!
Y piensa en qué forma lo embaucó la prudencia,
cómo de ella se fió y qué locura
cuando la engañadora le decía: «Mañana.
Tienes todo tu tiempo».
Se acuerda de los impulsos que detuvo y cuántas
delicias sacrificó. Ocasiones perdidas
que burla ahora su prudencia insensata.
…A fuerza de rumiar pensamientos y recuerdos
el vértigo lo invade. Y se duerme
inclinado sobre la mesa del café.
Cavafis
Fabián Perez
4 comentarios:
¡Ahí queda eso! Virgen Santa.
¿Seguro que es de Cavafis?
Juraría haberla escrito (Guiño)
Nada...que cada día estoy más rara ;)
Ay, ay, ay...yo pienso lo mismo.
La juventud, qué bella palabra, la senectud, uf qué fea palabra.
Un abrazo, Ana.
Ayer me lo decía mi padre:"Hija, qué fea es la vejez"... estoy triste.
eva
Es triste oír eso de un ser querido.
¿Habrá vejez bella?
Yo también estoy triste hoy.
Un abrazo, Eva.
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