Pero existen seres privilegiados,
que son capaces todavía de montar
a cualquier edad aquella cabaña de la niñez
en el interior de su espíritu
para hacerse imbatibles dentro de ella
frente a la adversidad.
Si uno la mantiene limpia
es como si estuviera limpio todo el universo;
si en su interior suena Bach
la música invadirá también todas las esferas celestes.
Este reducto está al alcance de cualquiera.
Basta imaginar que es aquella cabaña
en la que de niños nos sentíamos tan fuertes.
Megatruth
3 comentarios:
Qué maravilla, lo acabo de conseguir...
Yo pongo, además, una lámpara en la mía. Luz, luz para ver los rostros.
y colores... el amarillo, el rojo, el verde.
Sí, me encanta esta sensación...
Un beso. ¡Gracias!
Publicar un comentario