En la noche corro por un campo
que desciende, corro entre arbustos
y choco con algo vivo
que trata de ovillarse, de encogerse.
Es un niño pequeño, le pregunto
quién es y contesta que nadie.
Esta respiración honda
y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolor en la nuca y en los ojos.
Terminada la juventud,
se está a merced del miedo.
Olvido García Valdés
Ragel
Ragel
3 comentarios:
Los demás se resienten de nuestros miedos y los alejamos. Qué respuestas tan irracionales algunas veces. Si es que nunca debimos alejarnos tanto de aquella primera sabana. O haber dejado allí, en la copa de una acacia, parte de nuestra biología, pendida.
Olvido se llama la autora.
Ya ves. Todo tiene voz.
El niño olvidado, en este caso la niña, siempre regresa para quitarnos el miedo.
¡Feliz domingo! si eso es posible.
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