Te bajé la falda y vi entero París.
Andrés Suárez
Te bajé la falda y vi entero París, como dice la canción,
y encontré a La Maga en un autobús desangelado,
y me olvidé de llevarle flores a Jim Morrison,
y se hicieron carne los nocturnos de Chopin,
y profundicé en la poesía de Pedro Salinas que vivió
toda su vida de casado amando en secreto a otra mujer,
y me reí de Picasso y de todas sus amantes,
y Mimi ya no me parecía esa mezcla de inocencia y madurez sexual
en Lunas de Hiel, de Roman Polanski,
y sentí por ti un amor más grande que el de Scott Fitzgerald
tenía para ese aire jazzeado de su preciosa Zelda,
y ya no quise ser Bartleby o Rimbaud, y cancelé con estos versos
todos mis viajes al desierto de la literatura,
porque comprendí a Hemingway cuando lanzó la pregunta
de si había amado tanto a una mujer
como para ver a la muerte frente a mí
mientras le hago el amor.
Te bajé la falda y vi entero París, lo recuerdo muy bien,
y bajar tus medias y besar tus muslos
era lo mismo que el aroma tratado con la calefacción
que ahora sale del interior de las perfumerías y creperías
en mis fríos y muertos paseos invernales.
Y aquí te recuerdo, un instante,
antes de seguir mi camino. A tantas vidas ya
de entrar en tu vida. Pero no deseando nada más,
nada más que no sea dejar abierto
este poema
Abel Santos.