A treinta kilómetros de Moscú
Puedo ver las cúpulas del Kremlin
Brillando sobre la nieve
El terror de los habitantes de la ciudad
La resignación de los soldados que la defienden
Derrotados de antemano
La victoria está al alcance de mi mano
Parezco ser el único en saber
Que mi ejército es inferior al suyo
Que si gano, perderé
Que su derrota también será la mía
Por eso ordeno el retroceso
Vuelvo a casa sin asesinar
Sin incendiar
Sin humillar
Su sorpresa ante ese movimiento mío
Cuando esperaba lo peor de mí
Es mi victoria.
Bruno Noir
6 comentarios:
Siempre es un placer leer a estos poetas en tu muro, Beatriz.
Impresiona el poema.
Besosss
Me gustó y me ha dejado un halo de tristeza....placer dio leerlo!
Como un perfecto movimiento de ajedrez, pensado y sobre pesado.
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