viernes, 14 de septiembre de 2018

Rincones



Una tarde de agosto
deja caer su calma sobre el patio.
Nada rompe el silencio.
El blanco cal hace brotar la luz
de entre los gruesos muros;
los enseres descansan,
la quietud permanece,
y un hondo Miserere
va asomando su voz
a través de los tiestos
de alábega y jacintos.

Dionisia García
Patrick Gordon

2 comentarios:

Maite dijo...

Este poema me trae muchos recuerdos de mi infancia en el patio de mi abuela. Las siestas en verano eran respetadas, y siempre se blanquean las paredes al llegar agosto, mes de las fiestas. Besossss

eva dijo...

"... los tiestos de alábega y jacintos". Hasta aqui me llega el olor.

eva

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