Delante del espejo
en el dormitorio de mis padres
había una caracola rosa.
Solía acercarme a ella de puntillas
y con un repentino movimiento
ponérmela en la oreja.
Quería pillarla en ese momento,
cuando no siente añoranza
con su monótono susurro.
Aunque era pequeño, sabía que,
incluso cuando se ama mucho a alguien,
a veces sobreviene el olvido.
Zbigniew Herbert
Pintura : Annenkov
las cuatro estaciones (216): otoño
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Palabras lejanas Algunas tardes cansado,también un poco tristey puede ser
que en otoño,desciendo por la escalera del tiempo.En el paisaje brumosohay
una ca...
Hace 52 minutos.
9 comentarios:
...para que todo ésto no duela tanto, tú no lo notas, pero tu corazón hace su trabajo...y te encuentras tal día como hoy pensando en ya nunca podrás ponerte aquella camisa de algodón viejo que te hacía sentirte como en casa...y ya no duele, aunque ahora quiero se quede en su cajón como única esperanza...
Un abrazo, L.
¿Por quién se preocuparía este niño que aún hoy escribe sobre ello?
Como a la caracola él un día, quisiera yo escuchar a este hombre.
No sé por qué pero a esta entrada le pega especialmente la canción de Ana Moura. Será que la canción suena nostálgica, y por eso acompaña tan bien al poema.
Adoro las caracolas. Un beso, Beatriz
Precioso texto,yo tengo tambien una caracola y cuando siento nostalgia del mar,m el apongo en el oido para escuchar su sonido
Quizás en algún momento no escuchó el ruido del mar al acercarla al oído, en ese momento supo que la caracola había olvidado el mar.
Aunque era pequeño, sabía que,
incluso cuando se ama mucho a alguien,
a veces sobreviene el olvido.
Saludos Amiga
Después de una afección a la columna vengo a comerme el postre...
Un abrazo.
Ya hice "la tarea" de literatura sobre este autor.
Gracias Beatriz.
QUé nostalgia enorme tiene este poema. Preciosas caracolas
Como siempre mi querida beatriz nos regalas belleza. Gracias por ello.
Aún espero tu nueva dirección. Un abrazo.
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