...Antes de acostarnos
debíamos de poner los juguetes en su sitio.
A mí no me bastaba agrupar las muñecas,
procurarles la ternura suficiente
del contacto de sus brazos.
Cuidaba además sus posturas.
A veces era necesario que me levantase de noche,
para ir, a escondidas,
al cuarto de los juguetes
y cerciorarme de que ninguna
mantenía un brazo en alto,
la cabeza agachada
o dada hacia atrás.
No hubiera podido dormir pensando
en que se pasaría toda la noche
con una pierna encogida,
sentada de costado,
en una posición incómoda...
debíamos de poner los juguetes en su sitio.
A mí no me bastaba agrupar las muñecas,
procurarles la ternura suficiente
del contacto de sus brazos.
Cuidaba además sus posturas.
A veces era necesario que me levantase de noche,
para ir, a escondidas,
al cuarto de los juguetes
y cerciorarme de que ninguna
mantenía un brazo en alto,
la cabeza agachada
o dada hacia atrás.
No hubiera podido dormir pensando
en que se pasaría toda la noche
con una pierna encogida,
sentada de costado,
en una posición incómoda...
Norah Lange
Pintura:Stanislav Prokopenko
8 comentarios:
¡Un imperdible!
Yo creo que los juguetes tan queridos, las muñecas de la niñez, cobraban vida porque se iban nutriendo del inmenso afecto que le entregábamos.
Que delicia aquellos días en que nuestro mundo estaba poblado de fantasía y amoroso cuidado, en ese espacio tan protegido que eran las casonas familiares.
Gracias Beatriz por esta bella entrada.
Un abrazo, querida amiga
Mis muñecas eran motivo de ensayo de las preocupaciones por mis hijos.
Recuerdo que si se me rompía algo de mis muñecas yo sufría como si me hubiese accidentado yo.
Pensar que uno ha evolucionado desde tener a todas las muñecas(tenía muchìsimas única hija de madre que adoraba las muñeca) sentadas enfrente a mi cama como requisito para conciliar el sueño ,a tener que dormir con la hija sola viviendo en SURINAME.
Tal cual, de no poder alguna respirar, a mí me faltaba su mismo aire.
Magnífica entrada, aquí llevo un rato, contemplo que se puede subir y bajar por la ingente escala del tiempo.
Sabía que te iba a gustar Ana, ya lo había anunciado en la primera entrada de Norah.
Gracias Clarissa, pensé en ti también para esta entrada.
Ana María: yo también me crié como hija única. Aún conservo mis muñecas, en un baúl duermen hace años. Suriname...no sé nada de Suriname.
Bellísima ternura! Detalle delicado, una vez más.
Gracias nuevamente, querida amiga.
No soy yo...es Norah.
Qué ternura de poema. Me encantó.
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