sábado, 7 de diciembre de 2013

Casa vacía



Hay un olor cerrado
un rastro de ausencias
olvidadas en los espejos
en el frío de las cenizas apagadas.
Un aliento húmedo de respiración,
una carcajada trágica.
El espectral eco de los pasos
y la lluvia resbalando
por el tejado,
identifico otras horas
otras voces perdidas sin remedio
en la distancia.

En el aire de los armarios
morfina del tiempo
percibo la tibieza de un cuerpo
en estos trajes que amaron la luz
Naftalina y sueños duermen
chalecos y zapatos dejados
por alguien que siguió una oscura ruta.
Aquí están en paz en soliloquio íntimo
sudores caricias lejanías
últimos mohos donde se pudre
oloroso el olvido
como si se destapa un frasco de aire enfermo.

Xulio Valcárcel 
Jakub Schikaneder

2 comentarios:

Ana dijo...

Es tremendo este poema, amiga.

Beatrice dijo...

Si, así es, tremendo. Tengo miedo de tener que recorrer algún día una casa así de vacía.
Yo he visto en mi famiia, por costumbre, cuando alguien moría, se regalaba su ropa al asilo, todo, su cama, sus ropas, todo... se guardaban las fotos. Como que se ocultaba la muerte... sería quizás para aliviar el dolor.

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