Entré en la breve noche para gozar de tu huerto:
rincón de madreselva, dos pequeños naranjos,
y aquel jazmín tan negro, de tanto olor, rodando
la falda del ciprés que sube al cielo.
Bañó el árbol la luna, y se mojó mi boca.
Y qué cansados luego las aguas y las rosas,
el ciprés, los naranjos, el ladrón de aquel huerto.
Y todo fue furtivo: el alba, luego el sueño.
Francisco Brines
Gracias Antón Castro
Gracias Antón Castro
3 comentarios:
"luego el sueño"
Quedan huertos y naranjos y cipreses y jazmines y rosas, y madreselvas, y luna... ¡Y verano!
Bellísima descripción del acto del amor.
eva
me imagino Marrakech, el huerto, la noche y la luna...
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