jueves, 3 de diciembre de 2015

Los dos que duermen




No sé si me gusta más levantarme a tu lado al alba
o dormir abrazado a ti. Sentir cómo lates,
cómo te arrugas sobre ti misma 
como quien busca el acoplamiento perfecto de las almas. 
Percibo entonces, antes de que se desaten las tentaciones,
el calor de tu espalda y tus nalgas, el torrente
de la melena y su olor a melocotón o a mora.
Te lo digo a menudo: eres atrabiliaria con el champú.
Quedo un instante así, inmóvil como un barco que siente,
tembloroso como la luz de la sinrazón,
me quedo como si fuera un pájaro abatido
que parpadea y sueña el mejor de todos los vuelos.
A veces te duermes. Y ronroneas. Y musitas palabras
intraducibles, frases completas que me cuentas como
si estuvieras presa en la alucinación del olvido.
Estoy feliz así. En ese instante, cuando el mundo 
se desmaya, le pido a la carne que no se altere,
que apacigue sus ardores, que no enturbie la noche
de gemidos y de risas y de batallas de sudor,
y me digo a mí mismo que, algunas veces, el mejor sonido 
es el del silencio, el de la respiración de dos que se aman 
y escuchan la música del corazón sin saber si despertarán.


Antón Castro.Vivir del aire.

2 comentarios:

Francisco Méndez S. dijo...

Precioso Beatriz, has vuelto con fuerza.

El amor cotidiano. y escuchan la música del corazón sin saber si despertarán.



un abrazo

eva dijo...

Sin palabras me ha dejado este poema. Cuánta belleza,Beatriz.

eva

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