martes, 2 de mayo de 2017

Tres deseos



Que no escuches otra voz
distinta de la mía- dijiste
soplando el primer fósforo-.

Que nada digas que me hiera 
fue tu segundo deseo - y la oscuridad
nos iba envolviendo poco a poco-.

Que no acabe este sueño,
-susurraste, soplando por última vez-.
Y todo desapareció. 

Y nos encontramos de pronto
en medio de la noche.
Sordos mudos y ciegos.

Alfonso Brezmes

2 comentarios:

Ana dijo...

Qué sería de la poesía sin las relaciones tóxicas :)

Vicente Corrotea dijo...

Claro, uno inicia una vida con alguien porque ama a esa persona y es capaz de hacerla feliz, muy feliz. Gracias a ese amor que yo prodigo me ama y me hace feliz.
Buen poema.
Hasta pronto.

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