Tú, que puedes creer, sentir que en unos ojos
un mundo cabe y tiembla; que es posible la dicha;
que hay mágicos instantes que encierran un sentido
que da hondura al vivir y ensanchar el alma;
que incuso en el dolor hay horas y paisajes
en que cabe habitar, saber; tú, que sostienes,
contra toda evidencia, que la belleza puede
justificar, salvar lo que devora el tiempo,
que una flor sabe a sangre, que por todo circula
la misma savia eterna y misteriosa,
¿como puedes decirte que es todo un mero tránsito
de la nada a la nada y que nada sostiene,
pura acumulación de sinsentido inútil,
y sólo un azar ciego gobierna su destino?
José Cereijo