martes, 25 de diciembre de 2018

Feliz Navidad





Toda la naturaleza 
es un anhelo de servicio.  
Sirve la nube, 
sirve el viento, 
sirve el surco.  
Donde haya un árbol que plantar, 
plántalo tú; 
donde haya un error que enmendar, 
enmiéndalo tú; 
donde haya un esfuerzo
que todos esquivan, 
acéptalo tú.
G.Mistral
Pintura: Filippo Lippi

¡Feliz Navidad a mis escasos y fieles lectores!  Repito un saludo de hace ya 6 años, porque me encanta Gabriela.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Remedios antidomingo



En esas horas
en que el suicidio 
no parece un disparate.
Mejor refugiarse en cualquier medicamento:
Un libro hipnótico
un gesto anticolvusivante.
Una ansiolítica tarde
sin malos pensamientos.

Tal vez algo de vino tinto
y antipánico.
Y miorrelajantes caricias 
homeopáticas.

Nada de muertos en noticias policiales,
ni polos derretidos, o tigres africanos.
Urge olvidarse de ayeres y mañanas
que nos conduzcan a la angustia del fracaso.

No disculpes la situación en esas horas
en que el suicidio no parece un disparate
pues toda precaución resulta poca
ante la tentación del somnífero balazo.

Marcelo Suárez de Luna
Detail of Nighthawks. Hopper



jueves, 20 de diciembre de 2018

Palabras



Sólo te pido que recuerdes
La luz de aquel amanecer
Que hemos amado tanto.

He derrochado contigo
Tantas palabras que creíste
Ciertas,
Que palpitaban,
Que vivían 
Y amé en ti mis palabras.

Cuando dejé de amarlas,
Te perdí.

Jacobo Regen

martes, 18 de diciembre de 2018

Poesía



“Poesía es uno de los más bonitos
apodos que damos a la vida”
Jacques Prévert

sábado, 15 de diciembre de 2018

Dream a little dream of me



Invítame a tu sueño,
déjame compartir esa película
donde el tiempo es deforme y el deseo se cumple.
Sueña un poco conmigo y te prometo
ser la mujer perfecta
para ti, mientras vivas con los ojos cerrados.
Te besaré con labios de cereza,
mezclaré sabiamente la pasión con ternura
y cuando llegue el alba me iré sin hacer ruido.

Amalia Bautista

viernes, 14 de diciembre de 2018

Autobiografía



Vengo de un lugar
que me persigue;
voy hacia un lugar 
que huye de mí.

Entre ambos lugares sucedo:
este espacio entre paréntesis,
estos puntos suspensivos
en la nieve
de las páginas de un libro
que se borra al escribirse.

Huellas de alguien
que dice que soy yo.

Alfonso Brezmes
Quint Buchholz

jueves, 13 de diciembre de 2018

Los detectives perdidos

Para MSdeL



Los detectives perdidos en la ciudad oscura.
Oí sus gemidos.
Oí sus pasos en el Teatro de la Juventud.
Una voz que avanza como una flecha.
Sombra de cafés y parques
Frecuentados en la adolescencia.
Los detectives que observan
Sus manos abiertas,
El destino manchado con la propia sangre.
Y tú no puedes ni siquiera recordar
En dónde estuvo la herida,
Los rostros que una vez amaste,
La mujer que te salvó la vida.

Roberto Bolaño

lunes, 10 de diciembre de 2018

Fue posible...


Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?
Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.
Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!
Pero pasaste
como un Dios destruido.
Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.


Jaime Gil de Biedma
Blakely Hamish

domingo, 9 de diciembre de 2018

Amante de lluvia


Vienes, desde tan lejos, a mis ojos 

y los ciegas de llanto.

Ciegos también tus ojos y los míos

bajo aquel aguacero de la noche

primera, palpándonos los rostros

para encontrar los labios y bebernos.

La lluvia generosa que caía

inundó de alegría la pobreza

de un domingo cualquiera,

que ya es único y nuestro,

y nos hizo sentirnos inmortales

(no puede ser humana tanta dicha),

anegados en besos, agua y risas.



¡Ay, amante de lluvia y alegría,

detenido para siempre en la noche que te amé!

Tan ido como el viento codicioso

que robaba los oros

a los dormidos árboles

y empujaba tu cuerpo contra el mío,

me vienes a la mente, de improviso,

volando la hojarasca

que otoño tras otoño te ocultaba.

Y la plaza sonora de la boca,

convertida en un pozo de silencios

donde oxidadas yacen las palabras

con su vaho levísimo de escombros,

se me llena de aquel urgente jugo

donde saltaban vivos, como peces, los besos.



Perdido y sin retorno, amor,

y yo ya acostumbrada a tanta ausencia,

de repente me vienes como un rayo

directo al corazón, reseco de cenizas,

y sangra la amapola disecada.

Tan lejos y tan ido, en un instante

te haces dueño de mí, lunar e intacta,

sólo con ver tu foto en los diarios..

Elvira Daudet


sábado, 8 de diciembre de 2018

Plegaria




Se morirán aquellos que me amaron 
Juan Ramón Jiménez  

¿De qué vale la vida, de qué vale 
vivir sin la esperanza de volver
a ver el huerto, el pozo, el árbol verde... 
a oír de nuevo el canto de los pájaros? 

¿De qué sirve la vida, de qué sirve
 haber sido feliz si los recuerdos 
se clavan como dardos repitiendo
los nombres que se borran en el mármol? 

Permíteme, Señor, meter los dedos 
en tu costado abierto,en el caliente 
consuelo de tus llagas; o si no, 

devuélveme la fe del carbonero,
la fe de las certezas de la infancia 
y déjame morir en el engaño. 

Marcos Matacana Martín
Pissarro

jueves, 6 de diciembre de 2018

El tedio



El tedio a veces es como el amor;
mana de las cavernas
del pecho, se dilata,
atraviesa la estancia y los cristales
y se difunde hasta perderse
de vista.
Y, barnizado
con su color distinto,
es más íntimo el mundo.

Ángel Crespo
Steve Hanks

martes, 4 de diciembre de 2018

Marea alta




Somos como dos islas separadas
porque nos cubre el agua

y solo deja ver nuestras cabezas.

Si en el mar que vivimos hubiera una marea,
cuando el agua bajara,
los que miran con ojos de secano,
verían que la base es una roca firme,
incrustada de fechas, pasiones y recuerdos,
que la vida que todo lo erosiona
intenta separar, pero no puede.

Hilario Barrero
Theresa Quirk

domingo, 2 de diciembre de 2018

Nunca ocurre nada los domingos



"Nunca ocurre nada los domingos. 

Nunca encuentras un nuevo amor en domingo.
Es el día de los infelices.
Día de pensión o día de familia.
Las horas más dolorosas de la amante 
cuando se imagina a su amado
con sus hijos en las rodillas 
mientras su mujer, sonriente,
entra y sale con tentadoras bandejas. 
Un día maldito.

Alguna vez tuvo que haber sido diferente.

¿Por qué si no tendríamos todos
que esperar con ansias el domingo durante toda la semana? 
¿Quizá cuando íbamos a la escuela?
Pero ya entonces las campanas sonaban
compungidas y grises como lluvia y muerte.
Ya entonces las voces de los adultos
eran débiles e insonoras como si buscasen a tientas
y en vano las palabras dominicales.

El olor a humedad y a pan mohoso,

a sueño, botas de goma y achicoria
ya subía entonces por la escalera
y la calle, que estaba dura, vacía y diferente 
de una manera desolada ­
El olor dominical nos forraba
con la gruesa capa de la decepción
que sigue a una expectativa
sin meta específica.

Pero, entonces ¿cuándo? En un lugar anterior a la memoria 

hubo felicidad, una expectativa irresistible
que todavía nadie había sido capaz de defraudar.
Entonces las campanas significaban que papá estaba en casa,
el bigote, las negras cejas y el olor a tabaco mascado 
estaban allí y allí quedaban, en un lugar cercano,
y quizá la risa de tu joven madre
sonaba más alegre que los otros días.

Es domingo. Tú nunca encontrarás

un nuevo amor ese día.
Estás sentada en el cuarto de estar
apabullada y rígida como una figura de cartón
a los ojos de los niños.
Escarban con los pies
y se pelean sin energía.
«Deberíamos hacer algo», dices.
«Sí», dice una voz detrás del periódico.
Entonces os calláis los dos, porque todo lo que tenéis ganas 
de hacer es oculto y secreto
y sería inaceptable para el otro.

Las campanas de la iglesia suenan. Las narices de los niños 

se llenan de desesperanzado olor heredado.
Sobre sus dulces rostros se desliza
una fealdad pasajera.
Una luz marchita
nace en sus ojos.

Pero todos esperamos el domingo 

toda la semana, toda nuestra vida, 
esperamos la ilusión de cientos
de largos domingos vacíos, agotadores.
Día familiar, día de pensión,
el infierno de los amantes secretos.
Ese día en que la nauseabunda grisura de los adultos 
impregna a los niños y establece
la incomprensible melancolía dominical de los años venideros."

Tove Ditlevsen
David Hettinger

viernes, 30 de noviembre de 2018

Pide tres deseos


Ver el alba contigo,
ver contigo la noche
y ver de nuevo el alba
en la luz de tus ojos.

Amalia Bautista
Kailin Zhao

jueves, 29 de noviembre de 2018

Estos poemas



Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.

Ángel González
Felix Valloton, the wind.

lunes, 26 de noviembre de 2018

En una estación del metro



Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la multitud
Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por las estaciones
y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre


Óscar Hahn
Giarrano

domingo, 25 de noviembre de 2018

Lee el diario...


Lee el diario
pide un café
le echa edulcorante
lo revuelve
toma un sorbo
sonríe cuando Mafalda
le pregunta
-para qué lee el diario todos los días
si las noticias son siempre malas-
- para saber cuánto queda del mundo esta mañana-
le contesta.

Aldo Luis Novelli

viernes, 23 de noviembre de 2018

Desordenadamente



Tus ojos
que están llenos de selvas y son un manifiesto,
desordenadamente
me hacen aventurero
                                             y revolucionario


Luis García Montero
Modigliani

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Madre


Dentro de nada,
cuando me den permiso
las estúpidas fieras de mi tiempo,
cumpliré una palabra que nunca me pediste.
Te llevaré a París.
Porque tal vez, entonces,
en los Campos Elíseos
o en las aguas del Sena,
con Notre Dame al fondo o con la Torre Eiffel,
veré de nuevo el brillo
más joven de tus ojos,
la luz adolescente
que baja del tranvía
con bolsas y comercios y saludos
y poco más de veinte años.
Hoy te recuerdo así,
como los días sin colegio,
bandera hermosa de un país difícil,
lluvia delgada de los sábados.
Nunca guardaste mucho para ti.
Ni siquiera una noche,
una ciudad o un viaje.
Tu tiempo se sentaba en nuestra mesa
y había que partirlo como el pan,
entre tus hijos y tu miedo.
Seis veces el temor
a que la enfermedad, el vicio o la desgracia
se quisieran sentar en nuestra mesa.
No vayas a salir, a dónde vas ahora,
hay que tener cuidado
con los amores y las carreteras,
deja ya la política
o la gruta del lobo.
Y sin embargo
lo que no te atrevías a pedir
duerme en el corazón de cada uno.
Porque el amor se hereda
como un abrigo sin botones,
y a mí me gustaría acompañarte
por los pasillos del museo,
más obediente y repeinado,
para encontrar en la Gioconda
el sueño y la sonrisa
de un carné de familia numerosa.
Te llevaré a París
o a la ciudad que duerme
en la taza de té de tus meriendas,
con tu cristalería
de familia burguesa
y más aspiraciones que dinero,
con tus dientes manchados de carmín,
con tus estudios de Filosofía
y Letras, je m`apelle
Elisa, j`ai cherché
la lune, la mer, la vie,
la pluie, mon coeur,
y todo se interrumpe.
Sólo somos injustos de verdad
cuando sabemos que el amor
no pasará factura.
Pero el cauce sin agua
también puede llegar a desbordarse,
como los ríos de Granada,
y a tu lado me busca
esta vieja nostalgia de ser bueno,
de no ser yo,
de conocer al hijo que mereces.
Te llevaré a París. En mi recuerdo
has aprendido algo
de lo que te olvidaste en la vida:
pedir por ti, andar por tus ciudades.
Luis García Montero 
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