...Contempla en el jardín las flores de este otoño
las tapias recubiertas de hiedras y jazmines
y el paso misterioso de los pájaros
que vuelan de repente del lugar de una sombra,
o que buscan las ramas y se mecen
en densos y caídos surtidores de rojas buganvilias.
No salvas nada tú, ni ellos te salvan.
Cae la tarde hoy con tan grande sosiego,
es el tiempo tan íntimo con el canto en su centro
del pájaro que escuchas...
las tapias recubiertas de hiedras y jazmines
y el paso misterioso de los pájaros
que vuelan de repente del lugar de una sombra,
o que buscan las ramas y se mecen
en densos y caídos surtidores de rojas buganvilias.
No salvas nada tú, ni ellos te salvan.
Cae la tarde hoy con tan grande sosiego,
es el tiempo tan íntimo con el canto en su centro
del pájaro que escuchas...
Francisco Brines
Pintura: Henri Le Sidaner
4 comentarios:
Que linda casa ,me hace acordar a las casas del barrio en que vivía.Mi madre nunca dejaba crecer las hiedras que a mì me parecìan tan paquetas.
Me encantaría habitar una casa así-Sería como volver un poco a mi infancia.
Con la única diferencia que mamá no permitía crecer hiedras en los muros de la casa.
A mí me encantan las hiedras en los muros y qué decir de los jazmines y las madreselvas, todos trepando y trepando por las paredes.
Es preciosa esta casa.
Preciosa la casa, Beatriz. Seguro que la madre de Ana María no permitía las hiedras porque por ellas suben bichos y entran en las habitaciones. :-)
Un abrazo
Publicar un comentario