El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada.
Han encendido fuego para defender los huertos
de la bruja blanca de la helada.
Entre la blanca humareda se agita el cuidador.
El perro entumecido amenaza desde su caseta al témpano flotante de la luna.
Esta noche al niño se le perdonará que duerma tarde.
En la casa los padres están de fiesta.
Pero él abre las ventanas
para ver a los enmascarados jinetes
que lo esperan en el bosque
y sabe que su destino
será amar el olor humilde de los senderos nocturnos.
El invierno trae aguardiente para el maquinista y el fogonero.
Una estrella perdida tambalea como baliza.
Cantos de soldados ebrios
que vuelven tarde a sus cuarteles.
En la casa ha empezado la fiesta.
Pero el niño sabe que la fiesta está en otra parte,
y mira por la ventana buscando a los desconocidos
que pasará toda la vida tratando de encontrar.
Teillier
Pintura: Marie L. Hutchinson
4 comentarios:
Es un poema encantado como la imaginación de cuando se es niño, entremezclado con la realidad del invierno, los caminos helados, el fuego, todas bonitas imágenes lo que escribe Teillier.
Un abrazo
Yo sé que te gusta Teillier, Inés, a mí también, sus poemas son mágicos y sureños, muy sureños.
Un abrazo
El claro oscuro de la luz de la luna ,el silencio absoluto del invierno en las noches de campo ,el rilar de las estrellas lejanas COMO LLAMA A GRITOS A LA TENDENCIA AL MISTERIO DE LA INFANCIA!!!!!!!
Teillier es un enamorado de su pueblo en el sur: Lautaro y del recuerdo de su infancia y de su hermana muerta que no alcanzó a conocer.
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