Mis contemporáneos aman los objetos pequeños,
secas estrellamares que olvidaron el mar,
relojes tristes, parados, postales
enviadas desde ciudades que ya no existen
con una letra ilegible,
donde sólo se adivinan las palabras
añoro, o enfermo, o fin.
Admiran los volcanes extinguidos.
relojes tristes, parados, postales
enviadas desde ciudades que ya no existen
con una letra ilegible,
donde sólo se adivinan las palabras
añoro, o enfermo, o fin.
Admiran los volcanes extinguidos.
No quieren resplandor.
Zagajewski
Pintura: Capel
Zagajewski
Pintura: Capel
7 comentarios:
Beatriz:
Sí, la vida puede ser hermosa coleccionando y amando esos pequeños objetos que nos acompañan y que, cuando ya hemos vivido, nos devuelven el fulgor de aquello que, por haber sido, sigue siendo aún hoy y seguirá siendo mientras nos lo permita Alzhéimer.
¿Leíste el libro de E. F. Schumacher “Lo pequeño es hermoso”? En España se editó en 1978 y se vendieron varias ediciones en los años siguientes. Hubo gentes de mi generación que dejaron la gran ciudad y se fueron a vivir al campo. Sí, a coleccionar pequeñas vivencias, como el canto de los grillos y la cigarra. Y dieron testimonio, ¡no más destruir el mundo que habitamos y que nos nutre y nos permite existir y por tanto ser! Pero fueron solo testimonios, las gentes no nos conformamos con lo pequeño, lo queremos todo grande y así nos va.
¡Hermoso, muy hermoso el cuadro de Capel!, sustentando esas pequeñas cosas que nos ayudan a vivir. Y el poeta se ha olvidado, tal vez lo deja a nuestra elección, del fulgor, es decir la vida, que late en esos libros, en el retrato, en la pequeña caja que, si la abres, liberara al genio de la caja que nos sacudirá el moho de la mejilla.
Gracias y felicidades por el acierto de esta entrada.
Un abrazo,
Cecilio
Y yo amo esos objetos pequeños que me recuerdan lugares, momentos, acontecimientos...sí, lo pequeño es hermoso, amigo Cecilio y tiene su resplandor, su brillo, aunque sólo lo perciba el dueño de esos objetos.
Un abrazo
Feliz fin de semana.
Beatriz
Qué maravilla.
Perdón por la llaneza de mis comentarios.
Los textos que elegís para publicar son perlas preciosas.
Un beso.
SIL
Yo tiendo mi cama en el invierno con una colcha que hizo mi madre durante unas vacaciones de invierno en el campo.
No podía estar sin fabricar algo con sus manos y en RUMANIA la habìan maravillado las colchas de retazos coloridos.
Me da verguenza porque está deteriorada ,pero que le vamos a hacer ,me parece que dejar de usarla me va a quitar la suerte.
Bueno, amiga, tú ya sabes que nos parecemos mucho y que guardo tantas cosas, algunas me causan angustia sólo de pensar perderlas...Leyendo a Ana María, qué bonito saber lo de la colcha de su madre. Yo tengo el juego de sábanas de mi madre, de su noche de bodas(Nunca lo he usado, sólo lo tengo)También unos cubiertos que compraron cuando vivían en Alemania y otras cosas que le pido. Son como pequeños talismanes para mí, a pesar que no los use.
Sin embargo, leyendo a Cecilio, creo que quisiera, por igual, escuchar el grillo.
Gracias Sil, me encantan tus visitas.
Me gustaría ver esa colcha Ana María, debe ser maravillosa, aunque el tiempo haya hecho su trabajo.
Ana: yo tengo el mantón con el cual se casó mi abuela y quizás mi bisabuela también. Tengo un mantel de lino, hilado y bordado por ella.
Manteles de granité, de hilo bordados por mis madres, juegos de porcelana, cubiertos antiguos, copas.....uy la lista es interminable y estaré pronto de cambio de casa ¡nuevamente!
¡Ay, y yo sentía que me había mudado tanto!
(Te van a tener que seguir los grillos...)
Un abrazo grande!!!
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