“La rayuela se
juega con una piedrita
que hay que empujar con la punta del zapato.
Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato,
y un bello dibujo con
tiza,
preferentemente de colores.
En lo alto está el Cielo, abajo está
la Tierra,
es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo,
casi siempre
se calcula mal y la piedra sale del dibujo.
Poco a poco, sin embargo,
se
va adquiriendo la habilidad necesaria
para salvar las diferentes
casillas
(rayuela caracol, rayuela rectangular,
rayuela de fantasía,
poco usada)
y un día se aprende a salir de la Tierra
y remontar la
piedrita hasta el Cielo,
hasta entrar en el Cielo...
lo malo es que
justamente a esa altura,
cuando casi nadie ha aprendido
a remontar la
piedrita hasta el Cielo,
se acaba de golpe la infancia y se cae en las
novelas,
en la angustia al divino cohete,
en la especulación de otro
Cielo
al que también hay que aprender a llegar.
Y porque se ha salido de
la infancia
se olvida que para llegar al Cielo se necesitan,
como
ingredientes, una piedrita
y la punta de un zapato.”
Cortázar Sabrina Dieghi
4 comentarios:
Qué maravilla, Julio...quién te hubiera conocido. Al menos te encuentro al empujar cada día "mi piedrita". Como hoy, que pintó La Rayuela Beatriz.
Nosotros decimos La China. Jugábamos con la más perfecta. De mármol blanco, roma, ovalada... Esto es una buena china.
No sé cuanto trabajo nos terminará llevando llegar al cielo, pero sé que con Cortázar el camino es menos pedregoso.
No hay que dejar que la infancia se termine del todo, ahí está el quid del asunto. Es un secreto que sólo comparto con ustedes, los lectores de Cortázar.
Yo me niego permanentemente a abandonar del todo la infancia. Escribir no es jugar un poco, acaso?
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