Se vive así,
cobijado en un mundo delicado,
y uno cree que vive.
Entonces lee un libro (...), o va de viaje (...)
y descubre que no vive,
que está simplemente hibernando.
Los síntomas de la hibernación
se pueden detectar fácilmente.
El primero es la inquietud.
El segundo síntoma
(que llega cuando el estado de hibernación
empieza a ser peligroso
y podría degenerar en muerte)
es la ausencia de placer. Eso es todo.
Parece una enfermedad inocua.
Monotonía, aburrimiento, muerte.
Hay millones de personas que viven
(o mueren) así, sin saberlo.
Trabajan en oficinas. Tienen coches.
Salen al campo con su familia.
Educan a sus hijos.
Hasta que llega una brusca conmoción:
una persona, un libro, una canción...
y los despierta, salvándoles de la muerte.
Anaïs Nin
2 comentarios:
¡Buenísimo!!!
Con tu permiso, lo compartiré.
Un beso, Beatriz.
Madre mia Beatriz, es precioso, cuánta belleza en todo. Gracias, gracias y mil gracias. No sabes lo bien que le sienta a mi alma leer todos estos poemas. Gracias Beatriz.
eva
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