Siempre me gustaron los pequeños cofres,
los sécretaires,
con o sin doble fondo,
todo aquello que pueda cerrarse con llave,
es
decir, que sirva para esconder algo,
para almacenar la insondable
reserva de la ensoñación.
Su marca principal es el cerrojo que,
siendo,
en sí mismo, un umbral,
protege un reino interior,
fabricado y
custodiado sin pausa.
Algo absoluto se preserva en estas maravillas de
la ebanistería.
Algo que siempre es más de lo que parece porque,
en la
noche del mueble,
imaginar es siempre más grande que vivir.
Gracias Marcelo
8 comentarios:
Me he regocijado con tu bien escogido texto. Escribir sencillo de cosas sencillas requiere mayor gusto por la belleza que por otras sofisticadas.
Abrazos.
Beatriz, si supieras la cantidad de cajitas que tengo!!!, y con cerrojo y llave algunas, si, todas preciosas y todas "encierran" un poco de mí.
La de la foto es muy bonita y lo que guardas en ella, seguro que también.
Abrazo.
eva
Puede que nos representen, que seamos cajitas.
Tres vueltas de llave.
Un abrazo, amiga. Sumo siempre felicidades y fuerzas para "los niños".
Gracias amigos, ya somos cuatro los que apreciamos la belleza de las simples cosas...
Esa ilustración que solo se conoce después de la muerte.
El secretaire de mi tìa no lo he abierto.A ella le incomodaba que conocieran sus secretos.
LLegada cierta edad habrá que empezar a desechar algunas cosas, secretos, cartas, papeles...
Qué hermosa sorpresa! encontrar el texto y las maravillas de comentarios. Muchas gracias Beatriz!
El de los juguetes es genial, léelo. Te transportará a la infancia.
Publicar un comentario