Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise.
Quise o no quise.
Pero a veces me quisieron.
También a mí me alegraban:
la primavera, las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.
Juan Gelman 1930-2014
Engel Camille
4 comentarios:
Acabo de leerlo,Beatriz e iba a informarte, lo conocí a través de tu blog, nunca podras imaginarte lo agradecida que estoy por haberte encontrado y haber encontrado tanta belleza en cada renglón de tantos poetas. Nunca me cansaré de agradecertelo, querida Beatriz.
Perfecto el poema de despedida que has elegído. Despedida??? Pero qué cosas digo...
eva
El Maestro se va de esta tierra y nos deja temblando con sus versos.
Besos Beatriz.
Gracias Eva. Me parece que Juan está feliz como lo es este epitafio tan bello. Por fin se ha reunido con su hijo desaparecido. Después de tanta búsqueda, halló a su nieta y ahora viene la paz.
Besos Carmen, tu entrada de homenaje es una belleza.
Las manos juntas
Al fin.
Cuando era una niña pensaba tanto en los represaliados...en cómo podrían haber disimulado, haber callado, haberse dejado ganar...¿Quién hubiera podido robarles el pensamiento?
Te contaban poco y aprendías sola.
Tal vez fue una vergüenza sobrevivir.
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