fue por venganza,
la segunda por placer,
y la tercera
(para que vamos
a engañarnos)
la tercera fue
porque me gustó
mucho la segunda.
Karmelo Iribarren
Pintura:Fabian Pérez
blog de rescate de la historia familiar, de la patagonia, vivencias, recuerdos, arte y poesía
La oigo subir por la escalera,
es ella, pienso,
estoy seguro,
sólo ella es capaz
de sacarle esa música
al cemento,
ya está aquí,
abro la puerta, la ayudo
con las bolsas:
pan, jamón,
cerveza, café, queso...,
comemos
y nos reímos un rato
del mundo.
¿Qué por qué?
Ni lo sé
ni me importa.
Es jueves,
tres de marzo,
un día gris, oscuro,
sin historia,
un día de perros, sí,
pero estamos enamorados.
¿Acaso hace falta más?
Primero miramos
la foto,
y no pasó nada.
Pero después
vimos la fecha
al dorso,
y el momento
adquirió
otros matices.
Y no tuve
más remedio
que acariciarte
un poco
la nostalgia.
Llegan
y se van
sin dejar rastro,
y tú los ves
alejarse
sobre los tejados
-y con ellos
los años-,
y apenas sientes nada,
o sientes algo,
vago,
que no sabes
descifrar…
Son los días normales,
de diario,
los que parece que pasan de largo,
los asesinos
del amor.
Karmelo Iribarren
Pintura:Susana Ragel
Encontronazo, esta mañana,
después de varios meses,
en una cafetería del centro.
Con sutil diplomacia,
muy serios y muy dignos los dos,
hemos desviado la mirada.
Pero a mí no me la das,
donde hubo fuego hay brasa.
Mucho me temo,
amiga mía,
que esto solo puede acabar
como empezó: sobre las sábanas.
Karmelo Iribarren
Pintura: Brent Lynch
Te esperaré siempre.
Porque lo que existe entre nosotros
no puede desaparecer con el tiempo”.
Sándor Márai
Pintura:Hefferan
El señor Bartleboom deja la pluma, dobla la hoja, la mete en un sobre.Se levanta, coge de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa, deja caer la carta en su interior, abierta y sin señas. En la caja hay centenares de sobres iguales. Abiertos y sin señas.
Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar, con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle
- Te esperaba.
Ella abrirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años -los días, los instantes- que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá diciéndole a ese hombre
- Tú estás loco.
Y lo amará para siempre”.
Baricco
Pintura:María José Aguilar
Sándor Márai, Confesiones de un burgués
¿Es algo más que el día lo que muere esta tarde?
El viento
¿qué se lleva,
qué aromas arrebata?
Desatadas de golpe, las hojas de los árboles
ciegas van por el cielo.
Pájaros altos cruzan, se adelantan
a la luz que los guía.
Sombría claridad
será ya en otra parte
-por un instante sólo-
madrugada.
Con banderas de humo alguien me advierte:
-Míralo todo bien;
eso que pasa
no volverá jamás
y es ya igual que si nunca hubiese sido
efímera materia de tu vida.
Angel González
Pintura:Mandy Pretty